lunes, 27 de agosto de 2012

Vermicelli a la marinara de salsicia



Tras un duro día de trabajo, Florita se está dando un baño de burbujas mientras recuerda las extrañas aventuras hoy vividas. En "Gourmet y en Forma" se está preparando el número especial de otoño y, este año, quieren que trate sobre el tema "fauna salvaje". Para ello, la directora de la revista, Sandra Alcaparrós, ha mandado a un equipo liderado por Florita a un safari en las afueras de la ciudad. La idea básicamente es hacer fotos de los animales en su hábitat natural, para el reportaje principal del número de septiembre. El guía de la expedición, Martín, es un antiguo domador de caballos salvajes en Arizona que ha entablado muy buena amistad con Florita. Les ha conducido en un Jeep a todos los lugares del complejo: la charca de los hipopótamos, la llanura de las cebras y jirafas, el espacio de los elefantes y... el hogar de los leones. Nada más aparcar el coche a una distancia segura de los félidos, el equipo de fotografía e iluminación ha empezado a preparar todos los aparatos y cachivaches para tomar unas buenas instantáneas del Rey de la Selva, aprovechando que se estaba echando una siesta. Al cámara le ha entrado hambre y, sin que Martín se diese cuenta, ha sacado un bocata de tortilla de patata, se ha puesto una servilleta a modo de babero y, cuando se disponía a engullir el primer bocado, el león macho alfa de la manada, tras oler el irresistible aroma a patatas fritas con cebolla ha emprendido la carrera hacia el emparedado ante la horrorizada mirada de todo el equipo, incluida Florita. El resto ya os lo podéis imaginar, carreras, gritos, empujones, desmayos... sólo deciros que cuando ha arrancado el Jeep, Emmanuelle, el estilista, tenía medio cuerpo dentro del vehículo y el resto fuera, asomando por la ventanilla, lo que ha permitido al animal quitarle uno de sus zapatos marca "Fermés" dejando al descubierto un tomate en el calcetín de rombos. No se sabe si ha sido por el susto, por el carísimo zapato o por la vergüenza de haberle pillado en un renuncio, pero Emmanuelle se ha pasado el resto del día, lívido y callado y sólo ha abierto la boca cuando Florita, para calmar la situación ha decidido cocinarles sus magníficos Vermicelli.




INGREDIENTES

(para 4 personas)
- 500 gramos de Vermicelli o cualquier otro tipo de pasta seca
- Cuatro chorizos criollos (o salchicha de carnicería más bien grande)
- 1 kg aproximadamente de tomate fresco triturado (mejor si tiene trozos de tomate entero)
- 3 dientes de ajo
- Un par de ramos de albahaca fresca
- Un par de ramitas de romero fresco
- Dos cucharadas soperas de azúcar blanca
- Un chorro de aceite de oliva
- Sal gorda y pimienta recién molida
- Un poco de queso parmesano rallado


PREPARACIÓN

Cocemos la pasta dejándola un minuto menos del tiempo que nos señale el paquete para que quede "al dente". Para ello hervimos una gran cantidad de agua con sal gorda. Cocemos en ella la pasta, escurrimos en un colador y reservamos.
En una sartén con aceite freímos los dientes de ajo triturados, sin que lleguen a quemarse, añadimos la lata entera de tomate, la sal y la pimienta, el azúcar y la mitad de la albahaca troceada. Tapamos para que no salte por toda la cocina y cuando el tomate esté a nuestro gusto, añadimos el resto de la albahaca fresca cortada y retiramos del fuego. (También podemos añadir las hojas enteras)
En el mismo recipiente en que hemos cocido la pasta ponemos un chorrito de aceite y freímos vuelta y vuelta los chorizos criollos acompañados de un par de ramas de romero fresco (que retiraremos antes de que se queme). Cortamos en rodajas los chorizos y volvemos a freír esta vez sin las ramas de romero. Añadimos la pasta y removemos bien para que se mezclen los sabores. Finalmente echamos el tomate frito y servimos acompañado de queso parmesano recién rallado.

lunes, 20 de agosto de 2012

"Los huevos de oro"



Esta noche pasada, Pepi y Florita se pusieron de tiros largos para salir de fiesta por Tarifa. En el camino en autobús, conocieron a un grupo de funcionarios alemanes de vacaciones por Andalucía: Hans, Albert, Rudolf y Peter. Aunque no hablaban ni papa de castellano, las invitaron a cenar en una terraza que daba sobre el Atlántico. Comieron huevos fritos, chorizo, tortillas de camarones, y cuando no podían más se fueron a una Jaima playera donde, animados por la música chill out (y unos cuantos daiquiris de plátano) hicieron la conga egipcia (todavía hay fotos testimoniales circulando por la red). Después de despedirse de los simpáticos bávaros en la parada del bus y ya de vuelta al camping, Pepi y Florita pasaron la peor noche de sus vidas. El paseo marítimo estaba completamente a oscuras, por un corte de electricidad y la única iluminación existente era la del cielo estrellado. Por si eso fuera poco, en un momento dado empezaron a oír pasos que las seguían a corta distancia, lívidas por el canguelillo, empezaron a andar cada vez más y más deprisa, hasta que en un momento dado, echaron a correr despavoridas. Corrieron y corrieron hasta ver por fin la entrada del camping y ya dentro, respiraron tranquilas. Cuando estaban en la roulotte, riéndose nerviosamente por lo ocurrido, alguien llamó a la puerta. ¡Toc, toc! Pepi y Florita se miraron, las caras blancas cual papel. Florita abrió cautelosa la puerta y allí estaban... ¡Los cuatro funcionarios alemanes! Resulta que sin querer y, sin duda alguna, sin haberse dado cuenta, Pepi y Florita se habían quedado con la cartera de Hans y Peter y la cámara de fotos de Rudolf. Entre risas y disculpas, todos terminaron la noche con una conga egipcia que, de roulotte  en roulotte, invitaba a los campistas a unirse (o a tirarles zapatos a la cabeza).


INGREDIENTES 

(para cuatro personas)
- Cuatro huevos ecológicos
- Tres patatas medianas
- Dos dientes de ajo
- Una ramita de perejil fresco
- Un pellizco de sal
- Aceite de oliva
- Vinagre blanco
- Un poco de guindilla (opcional)


PREPARACIÓN

Cortamos en rodajas más bien finas las patatas, lavamos para quitar el exceso de almidón y secamos con papel de cocina. En una sartén ponemos una generosa cantidad de aceite a calentar y, cuando empiece a humear ligeramente, vamos poniendo en tandas las patatas friéndolas hasta que queden doraditas. Escurrimos de aceite en un plato con papel de cocina.
Con el mismo aceite de las patatas, freímos los cuatro huevos procurando que los bordes de las claras queden con "puntillita" y las yemas no demasiado hechas.
Vaciamos la sartén del aceite de freír dejando un poco en el fondo. En él pondremos el ajo en láminas y cuando se empiece a dorar, apagaremos el fuego y añadiremos un chorro de vinagre.
Para terminar servimos las patatas en una fuente, coronadas por los huevos y aderezado todo por la "ajada" con vinagre y sal bien repartida. Presentamos con un poco de perejil fresco picado y espolvoreado.

jueves, 9 de agosto de 2012

Chipironcitos encebollados y almejas al cava de la Embajada

¿Os he contado alguna vez lo que le chifla a Florita el salmorejo? Si fuera por ella lo comería a todas horas (untado en pan, con jamón y huevo picado, como bebida...). Como ya habréis adivinado, Pepi y Florita llevan más de una semana comiendo salmorejo única y exclusivamente. Desde que Florita lo probara en un coqueto mesón de Córdoba no puede dejar de prepararlo en el camping, pedirlo en restaurantes y agenciárselo (por la noche y muy discretamente eso sí) de los mini frigoríficos de sus vecinos de bungalow. Pero Pepi ya no puede más. Todo le sabe a ajo, tiene la garganta irritada de tanta sopa fría y está hasta las narices de subsistir a base de líquidos. Bien es cierto que ha perdido cinco kilos pero... ¡Una necesita ingerir sólidos de cuando en cuando! Una de esas noches en que la pesadez de estómago no le deja pegar ojo, mientras Florita ronca plácidamente en su litera, Pepi contempla la idea de asfixiarla con la almohada de encaje de bolillos para después llamar a la policía y confesarlo todo desde un asador de chuletones. En su imaginación, el jurado pediría que la absolviesen por enajenación mental a causa de la falta de calorías. Finalmente, y tras meditarlo fríamente, decide sobreponerse a tan violentos pensamientos. Se coloca el chándal dominguero, agarra la bici de montaña y, aprovechando que son sólo las seis de la mañana, pedalea hasta la lonja de Cádiz para comprar las provisiones del día. Allí conoce a Juanino, un pescador de la lonja con el que ha entablado amistad. Además de venderle unas almejas fresquísimas, invita a Pepi a tomar un vermut en una freiduría del centro. Entre refrigerio y refrigerio, Juanino le cuenta cómo todas las semanas, realiza una performance de danza moderna en la plaza de Conil de la Frontera. Vestido de mimo (pero no de mimo cutre, sino más del estilo de Marcel Marceau) y con música de Philip Glass, representa al mar enfurecido ante la destrucción del ser humano. Ya de regreso en el camping (a las dos de la tarde) Pepi oye desde la puerta de la roulot como Florita ronca todavía plácidamente sobre el arma homicida de encaje. Con un gesto de desaprobación le coloca una pinza de la ropa en la nariz para amortiguar el ruido y se pone manos a las obra con el camping gas.

INGREDIENTES (cuatro personas aprox.)
Para los chipironcitos encebollados
- Medio kilo de chipirones frescos
- Dos cebollas
- Aceite de oliva
- Sal
Para las almejas al cava
- Un kilo de almejas
- Cuatro dientes de ajo
- Un vasito de un buen cava
- Una cucharadita de harina
- Aceite de oliva
- Sal

PREPARACIÓN
Los chipironcitos encebollados  
Pochamos la cebolla cortada en juliana a fuego lento. Después incorporamos los chipirones y la sal, le damos un par de meneítos y en cuanto suelten el agua y quede sólo el aceite, apagamos el fuego. Servimos calientes.
Las almejas al cava
Calentamos el aceite y ponemos los ajos cortados en láminas para que suelten su aroma, acto seguido, incorporamos las almejas limpias de arena (previamente las habremos tenido en agua con sal un buen rato). En cuanto se abran, regamos con el cava, en el que previamente habremos disuelto la harina a través de un colador fino (removiendo con una cuchara para que se deshaga bien la harina). Mezclamos los sabores en la sartén y esperamos a que espese la salsa. En cuanto estén hechas las almejas, las retiramos del fuego para que no se hagan demasiado ya que deben quedar jugosas.


miércoles, 1 de agosto de 2012

Pollo Jerezano de Poniente con patatas pelotonas

Mientras deshace una a una sus cuatro maletas y dos baúles tamaño familiar, Florita se acuerda de las vacaciones que ha pasado con su amiga Pepi recorriendo en roulotte toda la Costa de la Luz. Nada más llegar, se alojaron en un camping en Conil de la Frontera y ante el estupor del resto de campistas, decoraron la roulotte con una lámpara de cristal de Bohemia, vajilla china, cortinas de seda estampada y jarrones de orquídeas. Uno de sus vecinos campistas, Raúl, vestido con camiseta blanca de tirantes (dejando entrever una pechera poblada) y chanclas de piscina, trató, ante el horror de Florita, de irrumpir en la roulotte para poner sus huellas dactilares (previamente embadurnadas en chorizo a la brasa) sobre un cuadro colgado en la pared, que representaba la Primavera y las fiestas campestres.
Después de semejante susto, las dos amigas decidieron que tenían hambre y fueron a un restaurante típico de Jerez de la Frontera, donde pidieron el plato más famoso de la casa: Pollo al Jerez. Les supo riquísimo, sobre todo cuando se dieron cuenta de que ninguna de las dos llevaba dinero y tuvieron que salir corriendo (muy dignas eso sí) haciendo un "sinpa" mientras el dueño las perseguía gritando, espumadera en mano.
Después de eso, acudieron a un espectáculo de caballos jerezanos. Tanto les gustó, que Pepi, animada por uno de los entrenadores de caballos, se subió a lomos de un equino marrón que empezó a bailar al son de la música. "Un dos tres, un dos tres" le marcaba el paso su dueño. El ritmo de la música fue aumentando poco a poco y el caballo empezó a agitarse y a relinchar tratando de seguirlo.
Pepi, lívida por el susto y haciendo equilibrios para no caerse, se agarró con fuerza a las crines, lo que provocó que el animal,  tras un relincho de dolor por tan grosero tirón,  echase a galopar por toda la carpa provocando el caos entre los espectadores. Hubo gritos, carreras, empujones, destrozo de mobiliario y dos heridos leves (el caballo y la amazona) a los que hubo que suministrarles cuatro tilas bien cargadas para que se calmaran un poco. Ya de vuelta en el camping, para relajarse después de un día tan movidito, Pepi y Florita se pusieron de punta en blanco y brindaron con tinto de verano (en copas de champán y mezclado en coctelera de plata, eso sí) por las estupendas vacaciones que les esperaban. Incluso invitaron a Raúl, a su mujer y a sus ocho hijos. Y, cuando por fin cayeron rendidas, bajo el cielo estrellado, lo único que se escuchaba en todo el camping (aparte de los ronquidos de Raúl y su extensa prole) era a Pepi contando en sueños "¡Un dos tres! ¡Un dos tres!"

INGREDIENTES
(para cuatro personas)
- Un pollo entero troceado
- Cinco o seis cucharadas soperas de mayonesa
- Dos dientes de ajo
- Un chorrito de jerez
- Aceite de oliva
- Sal y pimienta
- Cuatro patatas medianas
- Una cebolla

PREPARACIÓN 
Primero preparamos las patatas pelotonas. Pelamos y cortamos en rodajas lavamos y secamos bien para quitar el exceso de almidón. Pelamos y troceamos la cebolla. Ponemos en una sartén abundante aceite caliente y freímos hasta que se empiecen a dorar. Escurrimos el aceite en un plato con papel de cocina y añadimos sal y pimienta.

Limpiamos bien el pollo. En una cazuela cubrimos el fondo de aceite de oliva y freímos los dos dientes de ajo picados (sin que se quemen). Añadimos el pollo troceado y cocinamos hasta que quede muy tierno y dorado. Salpimentamos, regamos con un generoso chorro de jerez y una vez que evapore, sacamos a una fuente de barro, añadimos la mayonesa y mezclamos.
Servimos acompañado de las patatas pelotonas y a disfrutar. ¡Ea!